Por Diaz Francisco
El Chelsea se había quedado sin entrenador a poco menos de dos semanas de enfrentar al Real Madrid por los cuartos de final de la Champions League. La salida de Graham Potter significó un duro revés para el vestuario de los Blues ya que, si bien no estaba cuajando una buen temporada, perder a un técnico a estas instancias no es de lo más recomendable.
El conjunto londinense no buscaba cambiar de mentalidad ni mucho menos apostar por un nuevo proyecto ya que sería difícil de coordinar sobre el cierre de la campaña y con el Madrid aguardando en el Bernabéu. Precisamente en el banquillo, el Merengue esperaba ver una vieja cara conocida, la de Luis Enrique.
El ex técnico culé estuvo fuertemente vinculado al Chelsea en estos últimos días y su llegada a la capital inglesa era inminente. Pero se asustó sabiendo que tenía que estrenarse ante el Madrid y desistió del cargo. Es por eso que Todd Boehly apostó por Frank Lampard como entrenador interino hasta final de temporada.
El inglés conoce a la perfección al equipo y la intención del Chelsea era traer una cara conocida al vestuario. Además de haber vestido la camiseta azul, Lampard también estuvo al mando del banquillo durante un año y medio, tiempo en el que nunca pudo triunfar y en el que se lo tildó como el peor entrenador de la ‘era Abramovich’.
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