Por Diaz Francisco
Una vez confirmada la marcha de Casemiro, Ancelotti volvió a acudir a Tchouameni y a Camavinga para el ‘11’ titular. Con la baja de Kroos, los dos jóvenes franceses iban a tener a su lado al maestro Modric para mejorar en Vigo la baja versión que ofrecieron ambos en Almería.
El partido arrancó con un ritmo frenético, con ambos equipos presionando muy arriba, buscando el robo en campo contario. El Celta no dejaba que Alaba sacara el balón de forma limpia mientras trataba de ahogar a Modric. En lo ofensivo, Vinicius recibió dos faltas de Mallo en menos de cinco minutos, señal evidente de que los locales tenían claro que frenar al brasileño era clave.
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El cuadro de Ancelotti mandaba con suficiencia y, además, al Celta se le empezaba a notar claramente el cansancio. La sensación era de que si había un gol iba a ser el cuarto de los merengues y no el segundo de los locales. Y así fue.
El primer culpable del 1-4 de los blancos fue Tchouameni. El francés recuperó la pelota en campo propio, la condujo varios metros y se la entregó a Vinicius para que el brasileño, que se había vuelto a meter otra carrera de órdago, pusiera un buen balón para la llegada de un Valverde que, llegando desde atrás, le pegó un gran derechazo y la clavó junto al palo. Un gran gol. El de la sentencia.
13/12/2024
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